Érase una vez...

Si hacéis un poco de memoria no hace tanto tiempo estábamos en el patio del colegio saltando a la comba y jugando a las palmitas con la única preocupación de que mamá nos hubiera preparado un sandwich de nocilla para merendar con un buen Colacao fresquito y unas galletas Príncipe.

Era una época sin agobios, sin prisas, sin noches de redbull o café cargado hasta altas horas de la madrugada... Una época para disfrutar como enanos y morirnos de risa con un ataque de cosquillas. Para cantar a voz en grito, incluso fuera de la ducha, sin avergonzarnos. Para disfrazarnos con pelucas, tacones y sombreros sintiéndonos los reyes del mambo.
Nada ni nadie podía hacernos daño porque mamá lo solucionaba todo con un abrazo, una sonrisa y un "no pasa nada".
Jurábamos ser amigos para siempre con el absoluto convencimiento de que lo seríamos. De que pasase lo que pasase éramos y seguiríamos siendo los mejores amigos del mundo y nadie podría separarnos nunca.
"Por favor" y "Gracias" eran palabras mágicas y, para mi, aún lo siguen siendo.
No nos daba miedo despeinarnos o arrugarnos la ropa, ¡valía la pena con tal de pasarlo bien!

Solucionar problemas era fácil. Bastaba con un simple "¡crucis!", "¡casa!", "¡soy hielito!" o "¡empezamos otra vez!". Esas palabras eran ley para todos, ¡había que respetarlas sí o sí!

Sé que las cosas han cambiado y se han complicado un poco desde entonces pero puede que nosotros no seamos tan diferentes... Todos tenemos días y rachas malos pero podemos con ellos. Sólo hay que tener paciencia y recordar que hubo una época maravillosa en la que los amigos, la familia, los juegos y las sonrisas eran lo más importante. Podíamos con todo y aún podemos, simplemente tenemos que hacer "crucis" y encontrar la manera de "empezar otra vez". Después de todo, los adultos son sólo niños que han crecido... ¿no?

"Adults are only kids grown up, anyway."

Miss G.